A principios de la década de los noventa, y con el propósito de sustituir a las sustancias que agotaban a la capa de ozono, surgieron los conocidos gases fluorados. Estos gases, que en su momento representaron una ventaja, ahora se vuelven una complicación, puesto que son gases de larga permanencia en la atmósfera, contribuyendo al efecto invernadero.
Los gases fluorados son, en pocas palabras, gases con un elevado potencial de cambio climáticos (conocido como GWP, por sus siglas en inglés) y están presentes en las casas, en las oficinas y en los vehículos, pero donde representan el más grande inconveniente es en el sector de la gran distribución.
Los supermercados entran dentro de esta categoría, y la situación climática obliga a estas empresas a hacer el mayor esfuerzo posible por migrar sus tecnologías a métodos que sean respetuosos con el ambiente, por lo que grandes cadenas de tiendas y supermercados, deben hacer los ajustes para contribuir a la disminución de emanaciones de gases fluorados.
La Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES) realizó junto a Environmental Investigation Agency (EIA) un Manual del Reglamento sobre gases fluorados en la UE: mantenerse a la vanguardia mientras Europa reduce los HFC, documento que tiene como principal objetivo ser una guía esencial de consulta para facilitar la transición.
Desde el año 2014, el Parlamento Europeo y el Consejo adoptaron un reglamento en el que se establecen las medidas para reducir las emisiones de hidrofluorocarbonos. Esta norma obliga a los principales involucrados a reducir gradualmente las cantidades de HFCs hasta alcanzar una tecnología respetuosa con el clima.
Mudarse a los refrigerantes naturales parece ser una de las medidas más efectivas para emprender esta lucha en contra del cambio climático y es crucial para esta cruzada en pro del medio ambiente, que los sectores implicados realicen la migración en corto plazo, invirtiendo en tecnología sin HFC.
