Antes de la Revolución Industrial, las principales actividades laborales se relacionaban con el artesanado, la agricultura y la cría de animales. Por aquel entonces no existía ningún tipo de regulación con respecto a los accidentes laborales, no era una de las principales preocupaciones de las personas, y cuando ocurrían, se consideraban consecuencia de la providencia divina.
La seguridad industrial en EEUU
A mediados del siglo XIX, las fábricas se encontraban en una rápida y significativa expansión, lo que trajo como consecuencia, la proliferación de accidentes laborales de manera persistente y exorbitante. Hacia el año 1867 comienzan a prestar servicio en Massachusetts los primeros inspectores industriales o fabriles.
La primera ley que obliga a resguardar todo tipo de maquinaria peligrosa, se promulga en el año 1877 y en los años siguientes se realizaron esfuerzos para establecer responsabilidades económicas al respecto.
Ya para la primera década del siglo XX se aprueba en Wisconsin la ley 1911 y Milwaukee se convierte en 1912 en la sede del primer Congreso de Seguridad Cooperativa, organizado por la Asociación del Hierro y el Acero de los Ingenieros Eléctricos.
Gracias a un congreso celebrado en Nueva York en el año 1913, surge la National Council for Industrial Safety, institución que en poco tiempo cambió de nombre a National Safety Council (NSC) que es como se le conoce hasta hoy en día en todo el mundo.
La seguridad industrial en Venezuela
La higiene y seguridad industrial se inicia en Venezuela en el año 1909, con la formulación de la Ley de Minas. En el año 1928 se promulga la primera Ley del Trabajo, aunque la primera legislación para la prevención de accidentes laborales no se hace oficial sino hasta el año 1936.
La Ley del Seguro Social Obligatorio aparece en el año 1944, estableciendo la protección del trabajador en cuanto a enfermedad, maternidad, accidente laboral, enfermedades profesionales, vejez, invalidez y muerte. Finalmente en 1968 se promulga el Reglamento de las Condiciones de Higiene y Seguridad en el Trabajo.
Por Armando Iachini
