La empresa europea de telecomunicaciones quiere incrementar las cifras de recolección de teléfonos móviles viejos y en desuso, por los que ha implementado un concurso escolar llamado Los Reciclators, dividido en dos fases:
La primera de ellas está compuesta por una serie de pruebas que los alumnos deben superar, y en la segunda fase (a la que se accede una vez aprobada la primera) los estudiantes se comprometen a reciclar en sus planteles cierto número de teléfonos celulares, dispositivos que deben ser depositados en las cajas diseñadas para ello y distribuidas por Orange.
Con el proyecto Los Reciclators, Orange intenta sensibilizar al entorno escolar con temas como el cuidado del medio ambiente mediante campañas eficaces de recogida y reciclaje de teléfonos móviles, además de otros dispositivos tecnológicos.
El concurso está abierto hasta el primero de diciembre y participan en él profesores y alumnos de tercer a sexto grado de educación primaria. Con Los Reciclators, los niños aprenden en el aula algunos beneficios del reciclaje, pero también conocen más de cerca todo el proceso que permite aprovechar los materiales de estos dispositivos, así como sus piezas, y de qué manera las plantas de reciclaje son capaces de propiciar bienestar y empleos.
Se estima que en España existen aproximadamente tres millones de teléfonos móviles en desuso, por eso la importancia de Los Reciclators en la nación ibérica. Rocío Miranda de Larra, directora de Responsabilidad Social y Sostenibilidad de Orange España, está consciente de la importancia de la educación de los más pequeños sobre el tema del reciclaje y la conducta ética con el ambiente.
Recyclia-Tragamóvil colabora con el concurso que promueve Orange, encargándose de recoger los teléfonos celulares que son depositados en los contenedores ubicados en los colegios para este fin. La recolección de estos aparatos les permite recuperar la materia prima con la que estos artefactos han sido fabricados, así como sus elementos, para que sean reutilizados, debido a su escasa producción.
Por Armando Iachini
